El MaReA y la dicha
de existir
Por Fernando Guinard
El MaReA es el primer Museo de Arte Erótico que se funda en
América y no tiene ánimo de lucro.
Su objetivo es proteger, preservar, promocionar y estimular
las expresiones del arte y del arte erótico.
Su sede es itinerante y expone e interviene donde lo inviten
o acepten su propuesta artística.
Durante el año 2010 la muerte casi se lleva lo bueno y lo
malo que Fernando Guinard tenía. Como decía su amigo Vincent Van Gogh, sus
pasos tambaleaban y nadie levantó ni un dedo.
Cuando pensaba que todos sus problemas iban a ser resueltos,
mamola, la señora muerte, la única novia fiel que él pensaba que lo acompañaría
hasta el último momento, lo abandonó como a un pobre diablo, y de nuevo está
otra vez vivo y culeando para continuar con sus proyectos artísticos y
editoriales robándole propósitos a la muerte.
Debido a un descuido, por su mal estado de salud, no renovó
en el momento preciso el dominio .com del portal del Museo Arte Erótico
Americano MaReA y unos inescrupulosos y avivatos pornógrafos se lo robaron con
cinismo y alevosía. Ratas al acecho que no respetan el trabajo ajeno y cuyas
mentes descerebradas sirven para putear un proyecto pionero en una vulgar
página porno y en unos contenidos de retrasados mentales, sin lóbulo frontal.
Avivatos que rondan por internet como rondan los bandidos
por los estamentos de la política con su aire de corrupción eterna. Se roban
hasta la risa.
Una princesa intergaláctica, extraterrestre loca de atar,
Emilce Rivera, su amada amante, esposa, cómplice y compañera, su nieta, su hija y su madre, ni siquiera lo abandonó
cuando más la necesitaba; Fernando Maldonado, amigo y maestro cómplice de
aventuras secretas le salvó la vida; el científico Orlando A. López Ardila,
magister Profesional en Medicina Alternativa de la Universidad Nacional, lo
resucitó cuando era un cadáver ambulante, un zombie descerebrado y abandonado a
su propio destino; el tres veces rey coronado de la poesía en Colombia y premio
Víctor Valera Mora, Jotamario Arbeláez, siempre acolita sus locuras cuerdas y
sicóticas y lo estimula para hacerlo sentir alguien.
El MaReA es un proceso artístico, un sistema comunicativo,
un signo, en un contexto socio cultural caracterizado por la ignorancia y falta
de sensibilidad hacia la expresión y la estética erótica; es un fenómeno
histórico y social, posee su propio lenguaje para una sintaxis propia, es
portador de significaciones y valores informativos para construir su propia
semántica; y ejerce influencias en un contexto social para dar ánimo a su
pragmática.
El MaReA se inmiscuye en una dinámica social que altera y
deconstruye esquemas de comportamiento artísticos, sociales y culturales;
genera debates académicos; es una propuesta que muestra las prácticas
culturales, estéticas y eróticas de los autores, no como una aproximación a la
realidad sino como una aproximación a la realidad de ellos mismos como
artistas.
El MaReA es una proyección fonética que representa una idea
que da una nueva identidad a los museos. No es una idea absurda ni arbitraria.
Es lógica. No hay nada por el estilo. Tergiversa el concepto de museos para
darle nuevos significados.
El MaReA realiza exposiciones e intervenciones en espacios
con imágenes reconocibles de objetos artísticos y conceptos teóricos
relacionados con el Espíritu Erótico. Su pragmática alfabetizadora, pedagógica,
académica, integradora y desembrutecedora es un gesto que alcanza la categoría
de provocación artística ante una sociedad dogmática y excluyente caracterizada
por la falta de afecto.
Las exposiciones del MaReA muestran obras de pintura,
escultura, dibujo, gráfica y fotografía, realizadas con instrumentos
tradicionales, y obras de fotografía digital, video, instalación y
performancia. Obras producidas como objetos estéticos y procesos mentales.
Los happenings, intervenciones y exposiciones del MaReA son
eventos culturales que son noticia por sí mismos, se convierten en grandes
eventos cuando museos, galerías, bibliotecas públicas, universidades, centros
culturales y espacios alternativos ceden sus instalaciones para intervenirlos y
dictar conferencias relacionadas con el arte, el erotismo, la sexualidad y la
pornografía, como parte de su labor alfabetizadora, pedagógica y académica.
Los happenings son una expresión artística que se identifica
con la apropiación más directa y completa de la experiencia humana en el campo
de la imagen del Espíritu Erótico con un poco de fabulación y locura.
Toda persona presente en un happening del MaReA participa en
él con su espíritu erótico y su voltaje de acuerdo a su concepción del mundo,
del erotismo y del arte, con sus fortalezas y debilidades expresivas,
conceptuales y formales.
Las personas que participan en las actividades del Museo
Arte Erótico Americano MaReA son
aristócratas del arte erótico, gente muy especial con la que se puede compartir
el erotismo estético, seres que brillan con luz propia en medio de una atmósfera
de falsedad y corrupción de los espíritus.
Hay curadores, museólogos, críticos, galeristas,
anorgásmicas, hipoactivos, brujas y mujeres dobles que son para las meras
vergüenzas, tercos como mulas, limitados, poco visionarios, dogmáticos,
conductistas, que repiten como guacamayas que, según las reglas del ICOM, el
MaReA no es un museo porque no tiene sede propia.
Nuestra sede virtual ha sido visitada por más de un millón
de personas de muchos países, cifras que superan con creces el número de
visitas que reciben muchos de los museos del ICOM en sus sedes reales y espaciosas.
Los contenidos del MaReA son reproducidos en cientos de
sitios web y blogs, han sido consultados y estudiados por miles de
investigadores, estudiantes y amantes de la estética.
El MaReA y sus seguidores realizan investigaciones sobre el
arte, el erotismo, el arte erótico y la sexualidad.
El MaReA edita y publica sus investigaciones, es cómplice de
aquellos que han aprendido a desaprender lo aprendido y han liberado sus mentes
de doctrinas y verdades mentirosas, es pluralista, tolera y confronta ideas
propias y ajenas, goza, ríe, desafía, provoca, contextualiza, descontextualiza;
colabora en la educación sexual de una muchachada perdida en su propia
ignorancia con material y enlaces a Profamilia; aconseja a las anorgásmicas y a
los ignorantes en el placer de la sexualidad con su enlace al Diván Rojo,
creado por la bella, sensual e inteligente psicóloga Alejandra Quintero.
El MaReA realiza exposiciones reales y temporales en museos,
galerías, teatros, universidades, bibliotecas públicas, centros culturales y
espacios no convencionales; es el pionero en realizar happenings eróticos con
la complicidad de la estética; realiza exposiciones virtuales y “temporales” de
artistas consagrados, de artistas que se encuentran en el desarrollo de sus
procesos expresivos, realiza muestras de artistas que han acabado de romper el
cascarón, expone tesis de grado de artistas plásticos y visuales, exposiciones
que duran hasta que el planeta colapse; realiza homenajes, en vida, a los
artistas que considera merecedores de la exaltación; dicta talleres y conferencias;
realiza foros.
Y algunos torpes no sospechan nada.
Y como decía Salvador Dalí: “Hay que repetir y repetir para
descretinizar a los cretinos”.
Por eso hay que repetir y repetir que la pragmática
alfabetizadora, pedagógica, académica, integradora y desembrutecedora del MaReA
es un gesto que alcanza la categoría de provocación artística ante una sociedad
dogmática y excluyente caracterizada por la falta de afecto.
Por eso el MaReA se inmiscuye en una dinámica social que
altera y deconstruye esquemas de comportamiento artísticos, sociales y
culturales.
Mientras más quieren
apartar al MaReA de su camino pionero y destruir sus sueños, mientras más
quieren que sus gestores se conviertan en burócratas ineptos, mientras más
desean que se arrodillen como súbditos obedientes y manipulables, y mientras
más quieran inocular su aburrimiento y su rigidez mental, los que dirigimos y
apoyamos este proceso nos sentimos médiums para que los ignorantes puedan
acceder a nuestras voces y a los signos que ellas entrañan, para que perciban
fenómenos que ni siquiera han imaginado.
Todos los hombres somos artistas, en teoría. Hay algunos que
no los mueve ni un terremoto.
Hay personas que convierten su propia vida en una obra de
arte. El arte se torna entonces en una fiesta para los sentidos. Cada quien
deja de ser un espectador admirador de objetos artísticos, convencional,
respetuoso y silencioso, y se convierte en una fiera que se enfrenta a su
propia realidad, de frente, con la esperanza de trascender durante el último segundo
del calendario cósmico.
Los investigadores y enciclopedistas de la historia del arte
atribuyen la paternidad del happening al norteamericano Allan Kaprow,
encuentran influencias del futurismo, del dadaísmo, del assemblage, del
environment, y del teatro por su cercanía con la performancia. También han
atribuido influencias sobre los artistas Pop, los conceptuales, y los del Body
Art; hermandad con el Fluxus, y familiaridad con el arte “povera” y con las
tendencias subsiguientes.
En Colombia, y a partir del concepto del espíritu erótico,
el happening se ha transformado en un arte de comportamiento que rompe con los
esquemas morales, sociales y embrutecedores. Ha sido desarrollado por artistas
que han participado en los happenings del MaReA y en los diferentes espacios
que promueven estas manifestaciones.
El happening no es para estructuralistas, es para artistas
que no se toman muy en serio el mundo convencional del arte, es para los que
les gusta el desorden, el ruido de la vida, el juego, para aquellos que les
gusta expresarse en el lugar equivocado, en el momento preciso.
En la historia de la humanidad se han realizado muchas
acciones, dirigidas o espontáneas, en las que ha participado el público. En el
circo romano los espectadores gozaban los combates que realizaban los
gladiadores (las estrellas), e interactuaban en la fiesta cuando aprobaban o
desaprobaban la muerte del vencido.
En los bacanales mitológicos de la cultura muisca, gestados
por Chía, la diosa de la rumba, los indios e indias interactuaban como
protagonistas de sus desvaríos mientras llegaba la tragedia gestada por el dios
dogmático que inundaba la sabana de Bogotá y los condenaba a morir ahogados por
el sólo hecho de vivir.
En el happening contestatario que realizaron los alumnos de
la Universidad Nacional de Bogotá, en la década del sesenta, cuando las
pinturas violentas y sexuales del pintor Carlos Granada fueron descolgadas de
la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá por perturbar la moral pública, los
estudiantes y los policías se convirtieron en los protagonistas de la escena
cuando aquellos recibieron en sus jóvenes humanidades golpes de bolillo por
parte de los defensores armados de la moral pública.
En las fiestas del Club Social y Cultural Flores Frescas, un
famoso burdel del occidente colombiano, visitado por personalidades de la
política, la religión y la cultura, veinte preciosas muchachitas (las
estrellas) interactuaban con objetos sexuales (obras de arte) en sus danzas
plagadas de espíritu pornográfico.
Los visitantes de este famoso club social, al inicio de la
interacción, se comportaban como espectadores extasiados y pasivos, observaban
a las muchachas en todo su esplendor, las seducían con dinero, y en privado, se
convertían en happeners salvajes que las cabalgaban hasta quedar exhaustas,
ante la mirada cómplice de las pinturas de los artistas caleños que decoraban
las paredes del afamado centro cultural.
En los desfiles de la diversidad que se realizan cada año en
la ciudad de Bogotá, homosexuales masculinos y femeninos, bisexuales y
transexuales son los artistas protagonistas del carnaval. Los espectadores
interactúan con ellos, intercambian miradas coquetas, se disparan las cámaras
fotográficas que captan su mismidad, la teatralidad de sus gestos y la
sensualidad de sus cuerpos.
Jeff Koons, el ex esposo de Ilona Staller, la Cicciolina, la
reina de la sicalipsis parlamentaria, decía que ella era una verdadera artista,
pues en lugar de trabajar con pinceles, carboncillos, espátulas, objetos y
conceptos, trabajaba con sus genitales e interactuaba con bellos y bien dotados
actores a quienes les exprimía hasta la última gota de placer.
Por eso es que todos somos artistas.